Del dialogo nace
el consenso. La imposición es un monologo que solo tiene eficacia con la
sanción (miedo al castigo).
El objetivo de la educación es
formar seres aptos para gobernarse a sí mismo, y no para ser gobernados por los
demás.
El informe Delors nos indica que
debemos “aprender a ser” para luego “aprender a convivir”.
Teniendo en cuenta estas
premisas, el Derecho Educativo debe cambiar para adaptarse y poder crear y
modificar las normas de convivencia en la escuela.
El Plan de Derecho Educativo para
la Convivencia Escolar (PDECE) aconseja que el derecho en la escuela,
representado por las normas de convivencia, tenga las siguientes
características:
1) No debe ser impuesto por ningún
tipo de mandato –social y/o cultural- sino que debe ser consensuado y aceptado
por toda la comunidad educativa. Si tenemos en cuenta que se indicó que amaras
a tu prójimo como a ti mismo, nos daremos cuenta de inmediato que debemos tener
un absoluto respeto con nosotros mismos y nos entrega la tarea de amar a los
otros de la misma manera, cuando logremos hacerlo resultará inconcebible el
autoritarismo, la imposición y la menor falta de respeto en nuestras relaciones
con los otros integrantes de la comunidad escolar.
2) Debe ser una normativa abierta
que se pueda cambiar en cualquier momento cuando las circunstancias así lo
ameriten con el solo requisito de que todos los integrantes de la comunidad
educativa la acepten y la crean conveniente para el bien de todos.
3) Que cuando se cree una norma o
se la modifique, que esta contemple las necesidades de cada uno de los
participantes y siempre el regulador puesto en el bien común.
4) Para formular las normas de
cada escuela se debe desterrar por completo las verdades absolutas, estas
existen desde los principios del tiempo, por ello siguen siendo determinantes
de la interferencia en la convivencia. Las definiciones absolutas, verdades
reveladas, dicotomías impuestas, no nos
permite la posibilidad del aprendizaje, del dialogo y de la armonía para la
vida en convivencia.
5) Como dice el informe Delors
eduquemos a aprender a “Ser” y no a “tener” para que no se confundan
convicciones que generan el consumo, dejando de lado al ser humano. Es decir
que debemos construir normas de convivencia que valoricen a la persona humana y
no a lo que esta posea como bien material.
6) Debemos contemplar los
intereses de los menores, que deben ser tratados y comprendidos como sujetos; y no como objeto de nuestros
intereses.
7) Debemos entender que somos
seres únicos e incomparables. Hay que evitar toda competencia, no debemos
compararnos con los otros, debemos tener la suficiente autoestima para poder
crecer en convivencia, la competencia es desigual, frustrante y no nos permite
nuestro desarrollo.
8) Todo integrante de la
comunidad educativa debe participar con libertad para elegir lo que considere
más importante para sí y para toda la comunidad, sin admitir que otros o una
mayoría decida por él; en una decisión ajena a su persona y su sentir.
DEBEMOS APRENDER A SER PARA PODER CONVIVIR
Si queremos realizar normas de
convivencia eficaces debemos prepararnos aprendiendo a ser para luego aprender
a convivir. En lugar de perseguir alcanzar metas debemos conseguir crecer como
comunidad escolar.
No debemos buscar afuera los
valores para incorporarlos a nuestro ser, porque no lo vamos a alcanzar. Los
valores están en nosotros y su aprendizaje permite nuestro crecimiento personal
y la interacción con el otro que es parte de nuestro ser.
En nuestra sociedad actual se
valora mucho mas el tener algo material que evolucionar como persona, es decir
desarrollar nuestro propio ser.
El contenido de las normas de
convivencia deben trasmitir conocimientos y valores para que cada individuo la
use como herramienta para desarrollarse y desplegar su potencialidad y no deben
“adoctrinar”, sirviendo para que todos los integrantes de la comunidad responda
de la misma manera, por el contrario debe formarse para ser responsable y
responder por las elecciones realizadas con su participación,
responsabilizándose por sus decisiones y asumiendo las consecuencias de las
mismas.
Debemos tener libertad para
elegir en las normas escolares lo que consideramos importante practicar,
aprender y/o saber. No debemos permitir que otros decidan dictando normas que
son ajenas a nuestro ser y sentir.
LAS NORMAS DE CONVIVENCIA SON PRODUCTO DE LA
PARTICIPACIÓN.
Los
integrantes de la comunidad deben participar creando las normas ejercitando la
libertad en la elección y consenso de los contenidos al momento de crear las
normas de convivencia, para después observar en la práctica, los aspectos que
se deben reformar para mejorar lo establecido.
Todo aquel integrante de la
comunidad escolar que no participe de la creación y consenso de las normas
escolares, sea padre, alumno, docente, directivo etc.; deberán soportar que las
mismas sean impuestas por terceros de la propia escuela o lo que es peor por
individuos ajenos a la unidad educativa, como sucedió hasta ahora en las
estructuras de la educación.
La participación consiente en la
formulación de los mandatos que contengan las normas de convivencia de
conformidad con los valores que cada comunidad resuelva introducir, concluirá
con la escuela autoritaria de hoy en día que impone mandatos sociales y
culturales contenidas en “códigos” de convivencia elaborados por personas
ajenas a la escuela y a la comunidad educativa. Hoy no dejan lugar para la
participación, ya que solo se requiere el conocimiento y la adhesión a normas
impuestas por el sistema jerárquico y no por la sociedad escolar.
Estamos acostumbrados a vivir en
forma automática y rutinaria, no admisible en estos tiempos de cambios rápidos
y vertiginosos que hace que lo aprendido ayer no sirva para mañana, por lo que
son necesarias normas abiertas, que
puedan modificarse cuando surja la necesidad de adaptarlas, manteniendo un
compromiso de participación y estudio de lo normado en forma continuada, como modo de vida en la convivencia escolar
comunitaria.
Además de participar en forma
continua la comunidad educativa debe seleccionar y elegir sus propios valores,
lo que serán volcados a la letra de las normas a elaborar o reformar, con total libertad para plasmar el estilo de vida
que entre todos acuerden practicar.
Muchos se preguntaran que hacer
para que participen todos los integrantes de la comunidad educativa en la
conformación de las normas de convivencia que regirán en el ámbito escolar;
aconsejamos que para ello se usen los medios tecnológicos de uso social, como
el internet, redes sociales, mail y/o mensajes por teléfono celulares, para
conocer, consensuar y armonizar entre todos los integrantes de la comunidad,
los contenidos de cada norma de convivencia que se vaya elaborando.
Con el sistema propuesto, no
habrá excusas para que padres con poco tiempo, participen y acuerden las normas
de su escuela.
El mundo hoy, con sus cambios
vertiginosos, exige que las normas escolares sean revisadas permanentemente y
modificadas mediante la vigencia de un sistema práctico y rápido, es decir un
derecho abierto y flexible, que permita adaptar las normativas vigentes a los
cambios que se producen en la sociedad y en la escuela.
ELIMINAR LAS NORMAS QUE SE NUTREN EN LA VIOLENCIA REPRESORA
Lo que hoy debemos trabajar en el
laboratorio escolar, es en eliminar las sanciones para el incumplimiento de lo
prescripto en las normas de convivencia, ya que el castigo obliga, al
comprendido por el mandato de la norma, a someterse al cumplimiento de la regla
por miedo (emoción negativa ¿Mal trato escolar?) a la consecuencia represiva y
no por asumir la responsabilidad consciente de que acatan lo establecido por
estar convencido de que contribuyen al bien común y a la paz social (valores
positivos y altruistas).
La comunidad educativa debe
asumir la responsabilidad de sus decisiones plasmada en las normas de
convivencia sin utilizar la dualidad del premio y castigo.
Cuando participo en la
conformación de las normas que nos rigen y acepto su contenido en forma
consciente -no impuesta u obligado-
ejerciendo la libertad para conformarla y el consenso para acordarla,
asumo en forma inmediata la consecuencia de su elección y de su cumplimiento.
Es decir que cambiar el miedo al
castigo o un premio para el cumplimiento de la norma, por la concienciación del
valor de su cumplimiento, significa ser consciente de que lo prescripto en la
misma, es lo mejor para mi persona y todos los otros integrantes de la
comunidad escolar que intervinieron en su composición.
En un momento en que las viejas estructuras
y las antiguas tradiciones se están desintegrando, docentes y padres advierten
a diario la pérdida de autoridad y ven que sus órdenes son menos respetadas,
por lo que debemos basar el cumplimiento de lo normado en vivir conscientemente
y comprometernos respetar lo acordado y normado como forma de vida.
Debemos practicar y ser
consciente que el respeto a las normas de convivencia no se fundamenta en la
motivación emocional del premio o el castigo, sino en la responsabilidad de
asumir las consecuencias de su acatamiento.
La violación de las normas que
libremente elegimos, debe llevarnos al arrepentimiento de haber obrado como lo
hicimos y el deseo consiente de no repetirlo para que funcione este método
propuesto que elimine el premio o el castigo como factor esencial para que se
cumpla lo normado por la comunidad escolar.
En el arrepentimiento del no
cumplimiento a lo prescripto debe estar presente en nosotros la voluntad de
transformarnos en personas responsables, de agradarnos y no defraudarnos.
Hoy
se entiende por responsabilidad hacer lo que se “debe” por un mandato externo;
pero para el derecho que proponemos; ser responsable es hacerse cargo de las
decisiones propias y asumir las consecuencias.