Para construir este cambio en la sociedad
actual debemos lograr que las escuelas vayan más allá de su misión tradicional
y que los miembros de la comunidad escolar participen y se involucren con la
actividad educativa.
Dado
que cada vez más niños no reciben una educación espiritual y emocional en la
vida familiar, las escuelas pasan a ser un lugar principal para buscar y lograr
correctivos en la aptitud social de los educandos.
Además
de la preparación de los docentes, la visión que tenemos de la tarea que debe cumplir la nueva escuela
la convierte en un agente natural de la sociedad para asegurar de que todos los
miembros de la comunidad educativa aprendan las lecciones esenciales para la
convivencia por medio de la práctica del derecho en las normas escolares.
Esas
lecciones parten de concebir un cambio de paradigma que nos lleve a dejar de
lado la conciencia egocéntrica que gira alrededor de la individualidad, que
todo lo somete a la dualidad para evolucionar y acceder a una conciencia de
unicidad.
Entender
este concepto es comprender que los alumnos aprenden mejor en situaciones no
competitivas, y que debemos emplear la colaboración y la ayuda mutua para
erradicar la individualidad y la competencia del ámbito escolar y social.
Debemos
experimentar evitar toda competencia, no debemos compararnos con los otros,
debemos aprender a tener la suficiente autoestima para poder crecer como
persona y alcanzar la convivencia.
La
competencia es desigual, frustrante y no permite nuestro desarrollo y entender
que somos seres únicos e incomparables.
Históricamente
las normas fueron concebidas para las relaciones humanas como una herramienta
idónea para la convivencia, pero la actitud de los seres humanos, fueron tergiversando
la naturaleza intrínseca de las mismas, alejándola de la empatía y del amor.
Todos
juntos debemos aprender que no tenemos que buscar afuera los valores, ya que
están en nosotros mismos y con su descubrimiento lograremos nuestro crecimiento
personal y la interacción con el otro que es parte de nuestro ser.
En
el día a día de la convivencia en la escuela debemos aprender a poner límites
al afán de querer cambiar a los demás según nuestros propios criterios, a
creernos dueños de la verdad y capacitados para corregir, para sancionar o para
condenar.
Para
ello debemos practicar la aceptación, comprender que la realidad es como es y
no como yo quiero que sea, que las personas sean como son y debo ser tolerante
con ellas. En definitiva que en nuestra vida escolar debemos propender a no
juzgar.
La
escuela hoy debe convertirse en un agente natural de la sociedad para que la
comunidad educativa aprenda a participar y aprender a ser responsable de sus
acciones y del cumplimiento de lo acordado en las normas que crearon o
reformaron en la sociedad escolar.
Es
propio del momento actual el echar culpas y “lavarse las manos” en vez de
asumir las responsabilidades que nos cabe como personas libres. Se nos enseñó
que una elite superior (funcionarios, directivos etc.) debían pensar, crear y
hacer las normas; al participar entenderemos que somos los creadores de nuestra
propia realidad, recuperamos el poder que delegamos en otros y la
responsabilidad se retrotrae a su lugar originario: ¡Nosotros mismos!
El
Plan de Derecho Educativo para la Convivencia Escolar (PDECE) se desarrolla en
la tarea escolar diaria, por medio de la formación espiritual y emocional,
experimentando la libertad en la práctica de la elección y el consenso para la
realización de los acuerdos y normas de convivencia.
Debemos
volver a la escuela (Principio de la educación para toda la vida) para aprender
junto a nuestros hijos, que debemos responsabilizarnos de nuestras acciones,
del cumplimiento de lo acordado, que no necesitamos que otras personas ajenas a
la comunidad escolar nos indiquen que conducta vamos a observar, o que
necesitemos de vigilancia control y castigo para el cumplimiento de las normas
que hemos aceptado y creado.
Tenemos
que aprender que la “no violencia” nace de no imponer absolutamente nada a
nadie, que el sistema generado de miedo debe desaparecer, que la sanción es la
ausencia de la concientización y que daña la inteligencia emocional y
espiritual del ser humano.
En
definitiva el cambio social que proponemos es experimentar entre todos los
integrantes de la comunidad educativa un cambio de conciencia, dejando de lado
el egocentrismo y la dualidad que nos impone nuestro sistema de creencias.
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