La escuela de hoy esta compenetrada de un vivir puramente materialista.
Las normas que la sustentan tienen el mismo sentido de lo que creen sus
protagonistas en general y dejan de al lado una visión distinta que reconozca
un grado de espiritualidad y las emociones que se desarrollan en la comunidad
educativa que la integra.
Es decir que se valora todo lo que provenga de la mente racional, está
sumida en una sociedad que practica valores y creencia totalmente materialista,
dejando de lado todo lo que sea inherente a la alma humana, por ejemplo enseñar
a los alumnos a cuidar la naturaleza.
El educando de hoy vive y se desarrolla en esta sociedad. Crece en un
desconocimiento de sí mismo.
El Sistema educativo e institucional vigente se nutre de una mirada
superficial e incompleta, pues la sociedad que la compone, vive en esa misma
realidad.
Esto se puede reformar en el futuro, si todos participamos en el espacio
escolar, y modificamos las normas de convivencia que regulan la actividad de la
escuela.
Si nos proponemos a participar diariamente en las escuelas y romper con las
estructuras y mandatos sociales que nos impiden desarrollarnos como seres
multidimensionales, que los somos, podremos introducir patrones de conductas
diferentes en los acuerdos de convivencia, para lograr de esta manera una
visión distinta a la que ahora nos está sumiendo en la apatía y la
desesperanza.
Es el momento de cambiar una estructura institucional compenetrada en un
modo de vivir puramente materialista y consumista. Por un paradigma que
contemple lo espiritual y emocional en la sociedad educacional.
Muchos padres y docentes observan que se está produciendo un cambio en sus
hijos y alumnos, sin embargo les cuesta salirse de lo tradicional y observar la
vida desde otros paradigmas más evolucionados.
El modelo social vigente hoy, nos ha llevado a esperar todo de otros, a
obedecer a otro, en definitiva a una sociedad débil espiritualmente, sin
participación en las decisiones que nos comprenden, ni tampoco rica en valores
que nutran nuestro Ser.
El Ser Humano debe reconocerse como un Ser Espiritual, para de esa forma
poder corregir, encausar y educar a los alumnos en el espacio escolar.
El sistema escolar actual, está lleno de conceptos aprendidos de memoria, y
de evaluaciones que persiguen el mismo objetivo, repetir de memoria cuestiones
que entendemos es imprescindible para nuestro futuro, pero todo está vacío de esencia
y sentimiento, dejando a la deriva al “Ser” que debemos formar en la escuela.
La nueva escuela debe estar sostenida -no en los que “sabemos”- sino en lo
que emitimos como seres espirituales que somos.
Los educadores de hoy deben ser pioneros de una nueva educación, de una
nueva mirada, de una concepción del hombre espiritual.
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