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jueves, 22 de septiembre de 2011

Derecho Educativo: La empatía condimento esencial para los acuerdos d...

Derecho Educativo: La empatía condimento esencial para los acuerdos d...: La empatía es de vital importancia para la actividad de la Comunidad Educativa en busca de lograr un consenso para la realización de las nor...

La empatía condimento esencial para los acuerdos de convivencia

La empatía es de vital importancia para la actividad de la Comunidad Educativa en busca de lograr un consenso para la realización de las normas de convivencia en la escuela. Se la define como "la capacidad o proceso de penetrar profundamente, a través de la imaginación, dentro de los sentimientos y motivos del otro" En un sentido menos académico, implica ponerse "en los zapatos, o en la piel del otro", de manera de entender realmente sus penas, sus temores, o más positivamente hablando, sus alegrías. La empatía es fundamental en la comunicación humana. La palabra comunicación deriva de COMÚN, lo que tenemos en común. Por lo tanto, empatía es la capacidad de ver cada vez más aspectos positivos del otro, tener más aspectos en común. Eso depende de uno mismo. Empatía es la capacidad de poder experimentar la realidad subjetiva de otro individuo sin perder la perspectiva de tu propio marco de la realidad, con la finalidad de poder guiar al otro a que pueda experimentar sus sentimientos de una forma completa e inmediata. Es la capacidad que tiene el ser humano para conectarse a otra persona y responder adecuadamente a las necesidades del otro, a compartir sus sentimientos, e ideas de tal manera que logra que el otro se sienta muy bien con él; es la capacidad de escuchar al otro, sin emitir juicios ni consejos. ES ponerse en el lugar del otro sin perder la propia identidad. El proceder con empatía no significa estar de acuerdo con el otro. No implica dejar de lado las propias convicciones y asumir como propias la del otro. Es más, se puede estar en completo desacuerdo con alguien, sin por ello dejar de ser empáticos y respetar su posición, aceptando como legítimas sus propias motivaciones. La empatía es una destreza básica de la comunicación interpersonal, ella permite un entendimiento sólido entre las personas, en consecuencia, la empatía es fundamental para crear normas de convivencia que atiendan el objetivo común y el bien de todos. Uno de los elementos clave que forma la inteligencia emocional, es la empatía, la cual pertenece al dominio interpersonal. La empatía es el rasgo fundamental de las relaciones interpersonales que se realizan en la escuela entre directivos, docentes, padres, alumnos y todo integrante de la comunidad educativa, para lograr exitosas normas de convivencia. Es sin duda una habilidad que, empleada con acierto, facilita el desenvolvimiento y progreso de todo tipo de relación entre las personas. Así como la autoconciencia emocional es un elemento importantísimo en la potenciación de las habilidades intrapersonales de la inteligencia emocional, la empatía viene a ser algo así como nuestra conciencia social, pues a través de ella se pueden apreciar los sentimientos y necesidades de los demás, dando pie a la calidez emocional, el compromiso, el afecto y la sensibilidad; en logro de normas de convivencia que prioricen el bien común. No es raro que se crea comprender al otro sólo en base a lo que notamos superficialmente. Pero lo peor puede venir al confrontar su posición con la nuestra y no “ver” más allá de nuestra propia perspectiva y de lo aparentemente “evidente”. A través de la lectura de las necesidades de los otros integrantes de la comunidad educativa, podemos reajustar nuestro actuar y siempre que procedamos con sincero interés ello repercutirá en beneficio de nuestras relaciones comunitarias en la escuela. Mahatma Gandhi sostenía lo siguiente “las tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista”; en coherencia con ello, él decidió no proceder con violencia en su propósito por lograr la independencia de su país, y contra todo pronóstico la “resistencia pacífica” que propulsó fue el arma decisiva en la consecución de la ansiada liberación de su patria, la India. Debemos darnos cuenta que existen sutiles “armas” que podemos usar en beneficio propio y de los demás, que no son para destruir sino para hacer florecer relaciones provechosas en aras de nuestro crecimiento como seres humanos en el ámbito escolar y social. Finalmente, no es exagerado sostener que las bases de las normas de convivencia escolar deben hallarse en la empatía como elemento esencial.

viernes, 9 de septiembre de 2011

EL PROYECTO DE DERECHO EDUCATIVO EN LAS NORMAS DE CONVIVENCIA

La formación de normas, hábitos y valores se produce en el ámbito de la escuela, más que aisladamente en cada aula y disciplina. Superar —entonces— que quede relegada a unas horas de clase semanales, desconectada de lo que se hace y se vive en las demás clases y pasillos-recreo, conduce —en efecto— a la acción conjunta de toda la escuela. En este sentido es tarea prioritaria, con motivo de la construcción del Proyecto de Convivencia, más allá de un documento burocrático para responder a requerimientos administrativos, establecer vías, consensos y ulteriores compromisos para asumir un proyecto global de educación en actitudes y valores. Esto supone hacer de la escuela un proyecto, como acción educativa común en permanente revisión, más que un “proyecto para la escuela”, como documento.

Es preciso partir de unas normas, tras un largo proceso —ya de por sí educativo—, para establecer un consenso acerca de su deseabilidad en la comunidad educativa, y hacerlas respetar, de tal modo que su realización —y posterior corrección— permita ir generando los hábitos deseados. Los miembros que componen la comunidad escolar de un centro, normalmente, tienen diversas concepciones y metas educativas, o —en cualquier caso— éstas no son entendidas de la misma manera. Esto requiere un largo proceso inductivo para ir generando y clarificando los valores que van a conformar la vida de la institución escolar, que no es sólo ponerse de acuerdo en valores abstractos, sino en lo que se entiende por ellos, y —sobre todo— cómo se van a llevar a cabo en normas y acciones específicas.

Proponemos que, más que hablar sobre valores en abstracto, se identifiquen problemáticas concretas que anuncian falta de los valores oportunos. Los docentes pueden estar de acuerdo, con mayor facilidad en cuáles son las conductas y los hábitos o falta de los mismos que configuran un clima de aprendizaje complejo, aunque en principio entienda que estas manifestaciones se deben sólo o especialmente a fenómenos externos. A partir del acuerdo en lo que cabría trabajar para la mejora y analizadas las causas, es posible dentro del proceso determinar la necesaria corresponsabilidad entre los sectores educativos.

Los propios valores, normas y hábitos más que estar dados como algo bien elaborado, son construidos cooperativamente en el propio proceso de elaboración y planificación de la acción docente, mediante el diálogo, debate y deliberación. También aquí el propio proceso tiene que ser expresión de la democracia escolar, construyendo progresivamente un espíritu de colaboración en la escuela, entre los profesores en primer lugar (abandonando parte del tradicional individualismo), de los alumnos y de la propia familia. Al final los valores, hábitos y normas acordados deben llegar a vivirse en la escuela y cada clase, para lo que debe haber sido relevante el consenso y compromiso alcanzado en el propio proceso.

La autorrevisión es el marco para reflexionar, discutir, deliberar y decidir consensuadamente qué conviene hacer, cómo van las cosas y qué habría que corregir. Aunque esta dimensión de proceso debe avocar a acuerdos prácticos (dimensión de contenido), es muy importante —para asegurar su posterior traducción práctica— el análisis, discusión, diálogo, confrontación de perspectivas y acuerdos finales. Ello convierte al programa de acción en un medio de formación del docente en la escuela, al reflexionar sobre la propia práctica; y en una garantía, fruto del acuerdo y compromiso, de ser llevado a la enseñanza del aula. A su vez, el proceso debe ser una ocasión propicia para implicar colegiadamente a los directivos, docentes, no docentes, alumnos y familias en conformar el marco de normas y valores con que queremos dotarnos.