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martes, 1 de mayo de 2012

EL DERECHO, LA ESCUELA Y LO SOCIAL


EL DERECHO COMO EJE CENTRAL DE LA VIOLENCIA SOCIAL
                 
En general “derecho” hace referencia a un ordenamiento o sistema de normas que rige en determinado tiempo en una sociedad. Es una palabra con sentido emotivo que representa actitudes de adhesión de la gente.
                Los fenómenos jurídicos cubren un conjunto tan vasto de relaciones sociales que inevitablemente despiertan en la gente reacciones emotivas.
                Un juez Holmes en su libro “La senda del derecho” expresaba que: “si queréis conocer el derecho y nada más, mirad el problema  con los ojos del mal hombre, a quien solo le importan las consecuencias materiales que gracias a ese conocimiento puede predecir; no con los del buen hombre que encuentra razones para su conducta dentro o fuera del derecho en los mandamientos de su conciencia”.
                La normas jurídicas en su generalidad prescriben la privación a un sujeto de sus bienes por medio de la fuerza, constituyendo una técnica indirecta de motivar la conducta de los sujetos por medio del miedo a la pena que trae la sanción integrada a la norma para prohibir o permitir acciones o actividades.
                Es decir que la sanción es una medida coactiva aplicada al sujeto para poner a su destinatario en una situación desagradable, de infligirles sufrimiento. Si ese miedo al sufrimiento desapareciera, la sanción no solo perdería su razón de ser, sino que dejaría de ser llamada tal.
                Por lo tanto, siendo la pena y la coacción en general, un elemento esencial del derecho actual, la justificación moral de la pena es una condición necesaria de la justificación moral del derecho en nuestros días.
                La técnica negativa que se utiliza para las normas jurídicas actuales se fundamenta en una concepción moral utilitarista, la cuestión es muy clara, la pena no se justifica moralmente por el hecho de que quien la recibe haya hecho algo malo en el pasado (eso ya no se puede evitar), sino para promover la felicidad general, haciendo que el miedo a sufrir estas consecuencias desanimen a otros y al propio infractor a volver a violar la norma, lo que constituye un beneficio social que puede compensar el sufrimiento implícito en la pena.
                Esto significa que hasta el día de hoy, la normas que componen el derecho vigente sol o tiene en cuenta el punto de vista del hombre malo; un individuo que únicamente se preocupe por evitar consecuencias desagradables, interesado solo en descubrir que actos puede realizar impunemente y como violar la norma establecida.
                El derecho hoy no está dirigido al presupuesto positivo de un hombre bueno, que quiere cumplir con su deber a conciencia, independientemente de cuáles sean la consecuencia del incumplimiento, que la finalidad del derecho sea aumentar la felicidad individual y colectiva de la sociedad.
                La pena que contiene la sanción es un mal, justificada sobre la base del principio de utilidad, que promete evitar un mal mayor, aplicada por medio de la fuerza, es decir de la violencia, que genera en el sujeto y la sociedad actual el eje central de la violencia social.

El cambio del paradigma de la sanción
                La disciplina se convierte en un asunto, no de castigo por los errores cometidos, sino en un asunto de mantenimiento del eje institucional por medio del empleo del derecho concebido en normas de convivencias elaboradas y aceptadas por la comunidad educativa toda y controlada con la participación de todos los sectores involucrados en la vida cotidiana de la escuela.
                A lo largo de la historia de la pedagogía una parte importante de sus energías estuvieron dedicadas al gobierno del cuerpo de los alumnos, tanto en base a la coacción y el castigo físico como a la gestión cotidiana de lo que se considera como normalidad.
                La escuela antigua entendía que verdaderamente no puede, en modo alguno, formarse el hombre sin someterle a disciplina; se establece una correspondencia importante entre disciplina y educación; así todo el que ingrese en las escuelas para ser instruido debe quedar sometido a la disciplina común.
                La Salle nos dice que “la corrección de los alumnos es de las cosas más importantes que se practican en la escuela”. En su esquema, las relaciones en la escuela están signadas por un rígido sistema de reglas y pautas. La segunda parte de la Guía de las escuelas cristianas es un compilado de instrucciones sumamente precisas sobre cómo debe mantenerse la disciplina escolar. En este esquema cobran prioridad el silencio, “es uno de los principales medios para establecer y conservar el orden en las escuelas”, y la vigilancia del maestro, la cual es señalada como primera entre las cosas que pueden “ayudar a establecer y mantener el orden en las escuelas”.
                Sin embargo, el espíritu de estas reglas era preventivo; a través del silencio que permite el permanente control de los alumnos, se conseguirá que los castigos deban aplicarse lo menos posible:
                Para evitar la frecuencia de castigos, lo que constituye grave desorden en la escuela, es preciso señalar claramente que lo que promueve el buen orden en la escuela es el silencio, la vigilancia y la buena compostura del maestro, y no la dureza y los golpes. Hay que ejercitarse mucho en actuar con habilidad e ingenio para mantener a los alumnos en orden, sin tener que emplear apenas los castigos.
                Por lo tanto se podría decir que la disciplina era necesaria no sólo como una concepción didáctica, en el sentido del orden ineludible en la escuela -o más precisamente en el salón de clase- para la correcta transmisión de conocimientos, sino también como una forma de inculcar conductas morales y sociales. Sin embargo, en la definición de disciplina de estos tiempos predomina el concepto de orden más que una forma de dirimir aquellos conflictos que se generan en el ámbito escolar.
                Para comprender los cambios que se sucedieron en la concepción de disciplina escolar, en primer lugar hay que hacer notar que en muchos ámbitos la expresión convivencia escolar se está utilizando en reemplazo del término disciplina.
                Detrás de esta idea está la búsqueda de la democratización de la institución escolar:
La creación de Consejos de Convivencia,  no sólo se propone trabajar frente al conflicto instalado que demanda una respuesta, sino delinear nuevos modos de convivencia más democráticos que involucren a toda la institución.
                El manejo de la incertidumbre en la disciplina conforma el espacio incierto del poder del alumno. La pedagogía es el lugar del profesor, donde la dialéctica profesor-alumno está, habitualmente, paralizada; el profesor enseña y el alumno aprende. Dentro de la actual estructura de poder, en la que el alumno es el último eslabón, no puede discutir desde la pedagogía, la cual se le presenta fraccionada; su campo de batalla, donde tiene poder crítico y tiene posibilidad de cuestionar, es la disciplina.
                La pedagogía de la escuela antigua consideraba al alumno como un ser dependiente del adulto e incapaz de tomar decisiones autónomas, derivándose así la concepción de que la disciplina y la buena conducta de un alumno consistían en “la capacidad de permanecer en silencio, quieto y limitándose a acatar consignas”. El control disciplinario suele colocar al alumno en un lugar pasivo, sin que cuenten demasiado el nivel de adhesión a las normas que haya alcanzado. En cambio, la idea de formar a los alumnos para convivir en un marco de respeto por los derechos propios y de los demás, alude a un sujeto activo, capaz de integrar a su vida las normas como un recurso que permite garantizar una pauta de equidad entre las personas.
                En su convivencia cotidiana la escuela nueva forma en una cultura democrática si consigue vivenciar la igual dignidad de todas las personas, el valor de la justicia, la promoción de la autonomía crítica, la deliberación y el escrutinio público de sus decisiones, la cooperación en la diversidad; sostiene una postura diferente acerca del porqué “la disciplina se ha transformado en convivencia”. Su tesis se basa en la concepción de que la disciplina es el espacio de poder del alumno en la escuela:
                Debido a esto es que, quienes marcan las diferencias entre disciplina y convivencia, señalan básicamente, el rol que se otorga al alumno:
                Se prioriza las actitudes de respeto y tolerancia en un clima de armonía y reflexión entre las partes. Las normas de convivencia tienen como principio rector la “autodisciplina guiada” siendo ésta el máximo valor de la disciplina y consiste en el cumplimiento de las pautas de conducta que regulan la relación de la comunidad escolar aún sin la presencia directa de los miembros del cuerpo docente.
                Además, la democratización de las normas escolares se materializan, en muchos casos, a través de la presencia del alumno en los Consejos de Convivencia Escolar, donde se busca una participación activa de los mismos en la definición de los acuerdos de convivencia de su escuela así como su opinión acerca de qué sanción se habrá de aplicar ante determinada falta. Se busca de esta forma que los jóvenes “se autoricen a sí mismos”.

EL PLAN DEL DERECHO EDUCATIVO PARA ELIMINAR LA VIOLENCIA EN LA ESCUELA
                La escuela actual debe servir como laboratorio social para el cambio de los paradigmas del derecho en la sociedad.
                La tarea de eliminar la violencia en nuestra comunidad, comienza por hacerse en la institución escuela, reemplazando la Sanción, como método disciplinario, por la concientización del cumplimiento de las normas de convivencia escolar.
                Como objetivo principal necesitamos extirpar del ámbito educacional, los efectos coactivos, sancionatorios y gratificatorios que existen en la actualidad.
                En el futuro debemos trabajar para que el cumplimiento de las normas reguladoras de la conducta escolar se realice por la concientización del valor del cumplimiento en aras del beneficio propio, del bien común y de la cultura de paz.
                Para lograr este fin, debemos cambiar la creencia de que debo acatar la norma para evitar la consecuencia de la pena (sanción). Ya que esta creencia me lleva a cumplir con lo descripto en la norma, por miedo a sufrir una flagelación a mi persona o conculcación del patrimonio.
                Es decir que hoy las normas constituyen técnicas de motivación social, o sea instrumentos para inducir a los hombres a comportarse de una determinada manera.  La técnica de motivación indirecta se caracteriza, porque se pretende motivar a la gente, no indicándole la conducta deseable, sino estableciendo una sanción para la conducta indeseable o un premio para la deseable.
                Si bien las normas podrían ser prémiales, la técnica que el derecho ha elegido en la mayoría de los casos es la de la sanción, siendo los casos en que se establecen premios para motivar la conducta de la gente tan raros que pueden despreciarse a los efectos de una explicación teórica del derecho.
                El contenido de las normas vigentes se cumple porque representan un acto coercitivo que priva de un bien al infractor.
                El Plan de Derecho Educativo para la Convivencia Escolar (PDECE) prevé un cambio de paradigma normativo para el derecho particular de la escuela y para el derecho general de la sociedad en que está inserto. Para ello el miembro de la comunidad educativa que observa una conducta prescripta por la norma escolar, es porque hace de ella una cuestión trascendental, entendiendo a conciencia que el cumplimiento de lo descripto en la norma de convivencia es lo mejor para toda la sociedad escolar.
                Hoy las normas son conductas prescriptas por terceros (Órganos con poder legislativo) y tienen algo y mucho de misteriosas e inasibles y queda su aplicación en manos de criterios que aplican terceros (Órganos con funciones judiciales) que solo se limitan a poner la sanción que a su único criterio corresponde.
                En el cambio que propone el PDECE la norma es algo que se va a concretar por medio de los acuerdos formulados por toda la comunidad educativa en forma expresa, que la crea y emite y que en ese mismo acto surge la conciencia del acatamiento en forma explícita. Siendo la misma comunidad educativa la que juzgara las infracciones y su corrección.
                En definitiva los acuerdos tienen por objetivo la construcción de consensos por parte de la comunidad educativa. El fin principal de crear acuerdos, es el de reemplazar toda norma impuesta en forma autoritaria desde el exterior de la unidad escolar, con obligación de acatarla sin haber participado en forma directa en su elaboración, por normas que son fruto de la participación el consenso y la aceptación de todos los miembros de la comunidad escolar.

ELIMINAR LA VIOLENCIA EN LAS ESCUELAS REMPLAZANDO LAS SANCIÓN POR LA CONCIENTIZACIÓN
                Para lograr eliminar la violencia, que esta ínsita en el sistema normativo actual, que es un correlato del derecho que se enseña y practica en nuestros días, el Plan de Derecho Educativo para la Convivencia (PDECE) aconseja lo siguiente para el sistema escolar y las normativas de convivencia:
a)      Eliminar el conflicto;
b)      Eliminar la confrontación;
c)       Eliminar el juzgamiento:
d)      Eliminar la sanción (pena) del régimen disciplinario;
e)      Eliminar el individualismo producto del ego;
f)       Eliminar el poder (sometimiento del fuerte sobre el débil).
g)      Eliminar el autoritarismo;
h)      Eliminar la gratificación, traducida en premio (medalla o mejor nota etc. al mejor );
i)        Eliminar para el acatamiento normativo la conciencia del castigo. remplazándola por la empatía, la ayuda mutua y el bien común;
j)        Eliminar la manipulación de las personas que tienen que cumplir las normas, ya sea amenazándolas o premiándolas.
k)      Eliminar todo tipo de discriminación o diferencia social, priorizando la inclusión e integración;
l)        Eliminar los controles para favorecer el cumplimiento de lo prescripto, remplazándolo por la conciencia de la comunidad educativa que el acatamiento de la norma es lo mejor para el individuo y para los demás componentes.

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